Usted acaba de llegar cansado del trabajo. Su visión no enfoca, sus oídos vibran, está cansado. Entra en un profundo sueño, la oscuridad que inunda sus ojos se vuelve una clara luz. Acaba de despertar sintiéndose bien. Su cuerpo no está cansado, solo anhela el triste recuerdo del sueño. El sueño, aquel que dá todo, sin reconocimiento alguno. De camino al trabajo, en su cabeza suena una obra de Wagner. Le recuerda al atentado de 1944 y a las bellas figuras griegas. Su fascinación por los misterios no se ha perdido con los años. Un informe, una carta formal, sobre la mesa, le muestra simplemente: "Clarinete, Dulzaina, Espineta, Flauta, Guitarra, Acordeón, Bandoneón..."
Decide averiguar más datos acerca de la extraña carta y se dirige a una tienda de instrumentos musicales. El camino se vuelve confuso, no logra orientarse. Desesperado busca una salida. Muy asustando, continúa dando vueltas. De repente, logra escuchar un leve sonido y se acerca al sitio de donde proviene. Se acerca al sitio, pero es irreconocible, cada vez está más oscuro. Trata de abrir la mirada, trata de percibir algo de luz. En ese instante, sus ojos se abren por completo. Su cuerpo se encuentra tendido sobre la cama. En definitiva, todo pertenecía a un agotador sueño.